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viernes, 8 de julio de 2016

No tiene perdón de Dios

"A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero." (Mateo 12:32)
Muchos dicen de alguien que no tiene perdón de Dios, cuando se trata de asesinos o violadores en serie, engañadores o estafadores compulsivos, o en cualquier caso que se trate de una falta o delito grave y/o recurrente, y más encima si no hay muestras de arrepentimiento. Es cierto que, así como condena (casi) todo eso la justicia humana. Dios también condena todo eso, entre otras cosas que la justicia humana no condena (ver 1 Corintios 6:9-10Gálatas 5:19-21, 1 Timoteo 1:9-10, 2 Timoteo 3:2-5, Apocalipsis 21:8, para que se hagan una idea). Sin embargo, al decir "no tiene perdón de Dios" lo estamos haciendo, o bien desde una posición de ignorancia bíblica (la cual abunda), o bien por el rencor que generan los que cometen tales delitos. Una falta de perdón que está en nuestra naturaleza de pecado, y que Dios no tolera. Y además quien dice algo así, está cometiendo una gran imprudencia, al pretender ponerse en el lugar de Dios como juez. Porque Dios ha decidido perdonar toda clase de pecados, y está dispuesto a hacerlo (ver Isaías 1:18 y 55:7, 1 Juan 1:9) siempre y cuando el pecador esté verdaderamente arrepentido de pecar, mostrando un corazón contrito y humillado. Y también espera que nosotros estemos dispuestos a perdonar (ver Mateo 6:14 y 18:21-35, incluyendo la parábola de los dos deudores).

Bien, he dicho que Dios está dispuesto a perdonar TOOOOOODA clase de pecados. Todos... EXCEPTO UNO: la blasfemia contra el Espíritu Santo. Mostrada de forma explícita en la Biblia, cuando los fariseos atribuyeron al diablo los milagros que estaba haciendo Jesús, teniendo el conocimiento y la evidencia de que venían de Dios (Mateo 12:22-37, Marcos 3:20-30, Lucas 11:14-23).

Debido a que estamos ante el pecado imperdonable, hay una serie de debates en los que se discute cómo es que se incurre en este fatal pecado, y si es que aún sigue vigente hasta hoy. Algunos dicen de que este pecado ya no puede ser cometido de la misma manera que lo cometieron los fariseos cuando Jesús estaba en la tierra, aunque hablan también de los que no aceptaron el perdón de Dios. Otros dicen que el pecado imperdonable se basa en una actitud obstinada de rechazo a la obra del Espíritu Santo, como la mostrada por los fariseos. Y otros van más allá y consideran que un descuido constante de las cosas de Dios ya es una actitud blasfema contra el Espíritu Santo, y que sí puede ser cometido por "cristianos" cuyo descuido les hace perder la sensibilidad frente al pecado, para luego terminar por cauterizar su conciencia y hacerlos recaer, normalizando una conducta pecaminosa que: los aleja definitivamente de Dios, los hace hipócritas, y/o termina por hacerlos apóstatas.

Cualquiera sea la conclusión, si alguien se muestra angustiado porque piensa que cometió el pecado imperdonable, nos da una pista de que en realidad no lo ha cometido, y por lo tanto tiene oportunidad para recibir el perdón de Dios. Esta misma oportunidad es accesible para ladrones, asesinos, perseguidores y cualquiera que esté llevando una vida delictiva, que por vivir de esa manera piensen, o les hayan hecho pensar, que no tienen perdón de Dios (si Dios efectivamente no perdonara a este tipo de personas, no hubiéramos tenido, por ejemplo, a un tal Saulo de Tarso predicando el Evangelio por cuanto territorio tenía a su alcance, y escribiendo todo lo que escribió). Y por contra, si bien se puede tener una interpretación acerca del pecado imperdonable, y advertir acerca de ello, hay que tener mucho cuidado al juzgar a alguien como blasfemo contra el Espíritu. Hay que tener mucho discernimiento espiritual para hacer esto, porque de lo contrario podemos caer en la imprudencia de ponernos en el lugar de Dios como juez, debido a que en el fondo, a ese alguien le estamos diciendo de que caerá irremediablemente al infierno. Jesús podía hacer esto porque veía los corazones y cada una de sus intenciones. Lo que hay que hacer, más bien, es predicar, orar y dejar todo en las manos de Dios, con el tiempo se verá si alguien responde positiva o negativamente a la predicación.

Ahora, ¿qué del suicidio? Pues se puede clasificar como un tipo de homicidio, que es cometido contra uno mismo. Ahora bien, un homicida con su acto no está cometiendo el pecado imperdonable. Por lo tanto, un suicida podría ser perdonado por su acto, salvo por un pequeño detalle: ES OBVIO QUE PIERDE SU VIDA EN EL ACTO, PERO ES QUE CON ELLO TAMBIÉN PIERDE IRREVERSIBLEMENTE LA OPORTUNIDAD DE PEDIR PERDÓN A DIOS POR SU PECADO COMETIDO. Por lo que deja este mundo en pecado, y el suicida lamentablemente se irá al infierno por la imposibilidad de pedir perdón, cualquiera haya sido la motivación. En otras palabras, el suicidio aleja definitivamente de Dios a quien lo comete, no porque sea pecado imperdonable, sino porque una vez cometido, hace imposible el pedir perdón.

En cuanto al caso de Ananías y Safira... Fue muy grave lo que hicieron ante Dios, pero también se puede dejar lugar a un debate sobre este pasaje... ¿Fue o no una blasfemia contra el Espíritu Santo? Hay quienes dicen que la muerte de ambos fue por juicio de Dios, pero que no fueron afectos a condenación eterna, aunque dada la circunstancia de sus muertes, pareciera que sí fueron eternamente condenados, sobre todo si es que lo que hicieron constituyó efectivamente blasfemia. Y si es que tuvieron oportunidad de arrepentirse, hay quienes dicen que sí la tuvieron, aunque a primera vista no pareciera que tuvieran oportunidad luego de ser confrontados por Pedro. Lo que sí deja en claro este pasaje, es que CON DIOS NO SE JUEGA.

A modo de resumen final, si estás en pecado en este momento, no tienes perdón de Dios... hasta el momento en que te muestras arrepentid@ y humillad@ buscando la salvación y el perdón de Dios. Entonces Cristo lava tus pecados con sangre, y a partir de entonces, ya siendo perdonado por Dios, comienza una nueva vida en el Señor. Bendiciones.

miércoles, 29 de junio de 2016

Acerca de un comentario de la Dra. Polo

"Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras." (1 Tesalonicenses 4:15-18)

No hace mucho me enteré de este comentario de la Dra. Ana María Polo:



¿Qué puedo decir a esto?: Dra. Polo: Tiene razón. La iglesia de Cristo desaparecerá de la faz de la tierra por no aceptar a los homosexuales.

Está decretado por Dios que la iglesia desaparezca de la tierra en algún momento muy cercano, Pero... No será por un acto condenatorio como lo plantea esta jueza, sino que será como recompensa para los que lucharon, y luchan, por mantenerse en la santidad que Cristo otorga, con el fin de vivir eternamente con el Señor. Porque una iglesia que se mantiene en santidad bajo los parámetros puramente bíblicos, y llena del Espíritu Santo, de ninguna manera va a aceptar, entre otras cosas, la doctrina pro homosexual. (Aclaro que una iglesia en santidad puede recibir a un homosexual que esté dispuesto a servir al Señor y dejar de ser homosexual; pero lo que es muy distinto, y lo que Dios no tolera, es admitir a un homosexual que alardea de su condición y que pretende que la iglesia deje de advertir sobre el pecado de la homosexualidad).

Cuando Jesús dijo que las puertas del Hades no prevalecerán contra su iglesia, lo dijo en serio. Ni el diablo, ni sus huestes ni la humanidad impía han podido acabar con la iglesia de Cristo. No ha podido la apostasía del cristianismo naciente, que hoy está más desatada que nunca. No han podido las persecuciones, ni las disputas internas. No han podido las guerras. No pudo el imperio romano, ni ha podido el catolicismo romano (que hereda el poder imperial). No pudieron las disputas entre grupos protestantes. No ha podido el islam, no han podido las religiones de falsa profecía, ni tampoco los regímenes ateístas, ni tampoco el ecumenismo ni la nueva era ni las religiones orientales. Entonces menos va a desaparecer por decreto del activismo de grupos cuya forma de actuar se opone abiertamente a lo propuesto en las Escrituras. Pero, así y todo, la iglesia de Cristo está a punto de desaparecer de la tierra. Y sólo Dios la hará desaparecer. Y cuando eso ocurra, será el principio del fin de la tierra y de la humanidad, tal y como la conocemos hasta ahora.

¿Cómo la hará desaparecer? Pues la levantará de esta tierra. A partir de ahí, la iglesia del Señor comenzará a vivir para siempre en la gloria del Señor. Mientras que en la tierra, puede que algunos lleguen aun a celebrar que "aquellos cristianos intolerantes" hayan desaparecido. Otros dirán que desaparecieron por acto de los OVNIs. Lo cierto es que se instaurará un nuevo orden mundial, con el llamado "Anticristo" a la cabeza, que entre otras cosas impondrá una marca (probablemente será un chip o algo por el estilo) y perseguirá a muerte a sus opositores, entre éstos, cristianos tibios, que al momento del arrebatamiento serán hallados como las vírgenes insensatas, y que por lo tanto no habrán sido levantados porque no habrán sido verdaderamente parte de la iglesia del Señor. Pero nadie, excepto los conocedores de la Palabra de Dios, se estará imaginando que se habrá de venir encima el juicio de Dios sobre la tierra y la humanidad (por algo Jesús hizo referencia a los días de Noé antes del diluvio). Por lo que la iglesia del Señor no sólo será levantada para que viva eternamente en gloria, sino que también para preservarla del juicio de Dios sobre la tierra: "la gran tribulación".

Así que, Dra., sepa Ud. que Dios mismo le dará en el gusto, y hará desaparecer a Su iglesia de la faz de esta tierra. Si quiere puede celebrar cuando eso ocurra. Pero no quisiera estar en sus zapatos, cuando Dios esté enviando juicio sobre los que queden. Mientras tanto, por ahora aún existe oportunidad de escapar de ese terrible destino. La misericordia del Señor es grande para perdonar cualquier ofensa cuando hay arrepentimiento verdadero y deseo de servir al Señor. Aún es tiempo de acercarse al Señor, para luego desaparecer de esta tierra y estar para siempre con Él.

He dicho, caso cerrado.

lunes, 20 de junio de 2016

Juramentos

"Además habéis oído que fue dicho a los antiguos: No perjurarás, sino cumplirás al Señor tus juramentos. Pero yo os digo: No juréis en ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey. Ni por tu cabeza jurarás, porque no puedes hacer blanco o negro un solo cabello. Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede." (Mateo 5:33-37)

O sea, nadie debiera jurar. Lo dijo Jesucristo, y es Palabra del Señor. El único que puede hacerlo por Sí mismo es el infalible Dios verdadero, Él es el único que cumple sus promesas y juramentos. De contravenir esta ordenanza, acarreamos el tomar el nombre de Dios en vano (Éxodo 20:7, Levítico 19:12Deuteronomio 5:11). En los tiempos de Jesús en la tierra, se había tornado una costumbre el jurar, hasta por cosas triviales; entonces por querer involucrar a Dios como garantía de veracidad en cada palabra, los antiguos terminaban tomando el nombre de Dios en vano. Por lo que Jesús dijo que no debemos jurar, y como discípulos de él que somos, debemos ser veraces.

Pero ¡hay juramentos por todos lados! Estamos igual que en esos tiempos, hoy, sobre todo en países que fueron fundados bajo influencia del catolicismo romano, jurar se ha vuelto muy común y parte del lenguaje cotidiano, pretendiendo dar fuerza a una afirmación, y de esta forma quitando la solemnidad que encierra el hecho mismo de jurar. Y es común escuchar "te juro esto" o "te juro aquello" o bien "te juro que".

Pero además existen las llamadas declaraciones juradas; documentos que existen en determinados trámites, obligando a declarar bajo juramento para su continuación. En Chile, buena parte de los trámites que se efectúan con cualquier fin incluyen una de las famosas declaraciones juradas, y evitarlas cuesta mucho, por mucho que se proceda en forma honesta. Además este tipo de documentos no evita su uso malicioso.

Y también están las profesiones que se inician con un juramento. Médicos y abogados. El momento del juramento de ambas profesiones tiene solemnidad y marca al profesional de ahí en adelante con un ideal de servicio. Pero... en algún momento fallamos, porque no estamos exentos de error. Y lo que complica todo no es tan sólo el hecho de jurar, sino que además está el hecho de fallar a un juramento.

Pero para Dios... Dios no ha cambiado su parecer en cuanto a este tema, por lo que el solo hecho de pronunciar "juro" por la razón que sea, entra en conflicto con la prohibición establecida por Jesucristo. Un cristiano no necesita entrar en conflicto contra Dios jurando, para adquirir compromisos. A un cristiano le basta con un compromiso de palabra, si existe necesidad de documentarlo, se puede hacer también sin mediar juramento. A un cristiano le debiera bastar decir "sí" o "no", y proceder en consecuencia.

Puesto que un juramento liga fuertemente a quien lo hace, la solución es evitar todo tipo de juramento, sobre todo los más banales ("te juro que..."). Y en lo posible, proceder con cuidado para evitar tener que recurrir a trámites que incluyan una declaración jurada. Pero ¿qué se puede hacer en el caso de que uno ya está amarrado a un juramento?... ¿Qué pasaría con los médicos y abogados cristianos, o estudiantes cristianos de medicina y leyes?... ¿Qué se puede hacer en un país en donde están instituidas las declaraciones juradas en su burocracia?

A riesgo de ir en contra de la prohibición del Señor, no queda otra opción que sopesar el contenido del juramento y los alcances que pudiera tener. Sería posible mantener un juramento si es beneficioso para uno y/o para los demás, y que además no conlleva hacer un mal al mismo tiempo (esto incluye a médicos y abogados). Por el contrario, si un juramento conlleva una mala intención, ya sea consciente o inconsciente, y peor aún implica alguna acción antibíblica, se debiera renunciar a él. En estos casos, Cristo puede romper este tipo de cadenas, cuando existe arrepentimiento genuino. Y cuando la obligación de jurar viene establecida por el Estado, no queda opción sino proceder a conciencia, tomando en cuenta este otro mandato del Señor a sus siervos para con las autoridades nacionales. Y que Dios tenga misericordia de las naciones que ponen este tipo de piedras de tropiezo a sus ciudadanos, entre los cuales me incluyo.

jueves, 16 de junio de 2016

La manada pequeña

"No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino." (Lucas 12:32)
Después de un larguísimo receso, vuelvo a retomar lo que un día dejé de lado, para continuar hasta el fin. Y lo hago con un tema bien polémico, se trata más o menos de describir un perfil acerca de quién verdaderamente sigue a Cristo, y por ende, es salvo. (Actualización: Pensaba retomar mi blog con esta entrada, pero la he tenido que redactar de nuevo debido a que en un principio la había publicado, pero no sé cómo volvió a borrador y además se borró todo lo que había escrito).

La frase "manada pequeña" dice tan poco en el contexto, ¡pero a la vez dice mucho! El contexto nos dice que Jesús nos advierte acerca de la avaricia y el afán por las riquezas, y que en vez de eso, mejor nos ofrece depositar nuestra confianza en Dios Padre. Sin embargo me voy a centrar en la frase mencionada: "manada pequeña". ¡Es que desde que nació el cristianismo, el grupo de cristianos verdaderos ha sido todo el tiempo pequeño en comparación con la población mundial! Si a lo largo de la historia de la humanidad pudiéramos contar a los que han servido a Cristo, nos parecerían muchos en número; pero así y todo serían pocos en comparación con el resto de la humanidad no cristiana, entre éstos incluyo a muchos que dicen (o dijeron) ser cristianos, y que hoy están en el infierno. 


Según esta estadística, que data del 2012, el 31,5% de la población mundial declara ser cristiana (entendiéndose como parte de la "cristiandad", que se define como el conjunto de religiones que dicen ser cristianas; lo que no es lo mismo que "cristianismo"). Aunque se trata de una cifra del momento, creo que esta cifra no ha variado mucho a día de hoy. Obviamente el resto de la población no se declara cristiana, lo que haría de la "cristiandad" en sí un grupo minoritario, una especie de "manada pequeña" frente a la suma de quienes profesan religiones no "cristianas". Pero...

La misma fuente hace referencia a una estadística anterior, publicada en 2011. Ésta señala que el 50% de la cristiandad se declara católica, lo cual hace que el catolicismo romano no califique como "manada pequeña" (además los católicos creen erróneamente que Dios está con ellos por ser un grupo mayoritario). El resto se divide en protestantes, ortodoxia oriental y otros grupos, como el mormonismo, los testigos contra Jehová y sectas pseudocristianas. Cada uno de estos grupos por separado podría calificar como "manada pequeña"... pero es que los mormones y testigos Russellistas profesan doctrinas nada sanas... y la doctrina ortodoxa es muy similar a la católica...

En el citado estudio, bajo el protestantismo están englobados, entre otros, los provenientes de grupos disidentes a la ICR/IOO, previos a la Reforma y perseguidos en su tiempo por el catolicismo; grupos originados en la Reforma, movimientos posteriores como el pentecostalismo, e iglesias independientes. Pero es que en este estudio también se incluyó al movimiento adventista...

Hasta aquí llega la estadística, y lo que diga ahora pasa al terreno de la especulación. Pero sería posible decir que, exceptuando el adventismo, todas las denominaciones de sana doctrina se podrían ubicar dentro del protestantismo; pero no todos los grupos protestantes predican sana doctrina. Esto porque muchos grupos, de una u otra manera, han dejado de abrazar la verdad bíblica, y por tanto, han apostatado de la fe: caen por el ecumenismo, la corrupción pastoral, las disputas internas, el sectarismo, el egoísmo, la codicia, la infiltración camuflada de doctrinas antibíblicas, la falta de firmeza o permisividad, interacción con la política, el afán de agradar al hombre dejando de lado la enseñanza escritural, apostolitis, evangelio de la prosperidad, en fin, cualquier forma de dar lugar al enemigo de nuestras almas aunque sea un poco. Por lo que nos quedamos con las iglesias de sana doctrina que predican santidad y salvación con base bíblica, las cuales en su conjunto serían una "manada pequeña" con respecto al resto. Pero hay más...

Recordemos que cada iglesia se compone de hombres y mujeres, y es en este instancia en la que se podría aplicar la parábola de las diez vírgenes. Por lo que se podría decir que la mitad de los congregantes del conjunto de iglesias de sana doctrina está haciendo cualquier cosa menos velar ante la inminente llegada del Señor, como las vírgenes insensatas; lo contrario a la otra mitad que está preparada y vela día a día por mantenerse en santidad y llena del Espíritu Santo. Por lo que esta sí que vendría siendo verdaderamente la manada pequeña que busca al Señor día y noche; es realmente un grupo muy minoritario comparado al grupo que no es parte de la manada pequeña, y vuelvo a decir que desde el principio ha sido así. Y precisamente esta manada pequeña practica, entre otras cosas, lo señalado en el contexto del versículo que encabeza esta entrada.

Con todo, puedo decir que la misericordia de Dios es tan grande, que puede que encontremos creyentes genuinos en denominaciones que no practican la sana doctrina, o que incluso los encontremos en el catolicismo, o en las sectas. Pero el que empieza de verdad a creer en Dios, ha de darse cuenta tan pronto como sea posible de la falsedad de la enseñanza de las mencionadas, por lo que se verá instado a salir de ahí para no poner en riesgo su salvación. Y por otro lado, asistir a una iglesia donde se practique la sana doctrina, si bien garantiza el conocimiento de los temas bíblicos, no garantiza en ningún caso la salvación, LA CUAL LLEGA SÓLO AL MOMENTO DE ACEPTAR AL SEÑOR JESUCRISTO EN EL CORAZÓN, al confesarle como Señor y Salvador, y estar dispuesto a morir al pecado y vivir para Cristo.

sábado, 17 de mayo de 2014

La lucha diaria

"Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos; y por mí, a fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio, por el cual soy embajador en cadenas; que con denuedo hable de él, como debo hablar." (Efesios 6:10-20)

Tremendas palabras de Pablo animándonos para que hagamos frente a los ataques del enemigo. Y es que como leemos, nuestro enemigo no es la persona que está en pecado, o quien no le cree a Dios, o muestra su desagrado frente al cristiano o lo que tenga que ver con la Palabra de Dios, o bien llega a urdir maquinaciones en nuestra contra. El enemigo es, más bien, el maligno con sus "principados, potestades, gobernadores de tinieblas y huestes de maldad". ¡Por lo tanto, no estamos llamados a levantar nuestras manos contra nadie, sino que estamos llamados a luchar con la oración y la Palabra para que las potestades no tengan influencia sobre nosotros y sean liberados los demás!

En nuestro caminar como cristianos nos podemos encontrar con diversas situaciones que desagradan a Dios, y que nos complican. Al ir conociendo la Palabra de Dios, nos vamos dando cuenta de cuán cerca de nuestras narices están estas situaciones, y cuán metida puede estar en ellas la gente con la que interactuamos día a día. Muchas veces tenemos que recurrir a la oración para que Dios nos ayude a enfrentarlas. Y muchas de estas situaciones tienen que ver con las obras de la carne descritas en Gálatas 5:19-21, aunque no necesariamente están mencionadas.

Y en líneas muy generales voy mencionándolas, es muy probable que cada una tenga su entrada en la cual me extenderé.

Incredulidad. Negar la existencia, la obra y el poder de Dios. Negar que Dios es el Creador y obra por nosotros. Incluye a los que "creen en Dios" pero con sus obras niegan la eficacia de Su voluntad.

Adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, orgías. Sexualidad desordenada. Seducción por doquier. Uniones libres. Swingers. Pornografía. Infidelidades. Codicia mental por hombres o mujeres ajenas. Abuso y acoso sexual. Sexualización de los medios y del entorno. Filias varias. Uniones que no son entre hombre y mujer.

Idolatría. Dar la prioridad a una persona o cosa que no es Dios en nuestras vidas. Cantantes de moda, deportistas exitosos. Amor al dinero. Estatuas, fotos susceptibles de adoración, figuras, medallas, procesiones, dioses falsos. E incluso imágenes que pretenden ser representativas de Dios.

Hechicería. Muy relacionada con lo anterior. Fetichismo a partir de cualquier objeto: piedras, cintas, medallas, figuras, cintas, etc. Atribución de poderes protectores. Consulta de horóscopos, tarot, métodos de adivinación. Iniciación al ocultismo.

Enemistad, celos, ira, pleitos, contiendas, disensiones, homicidios. Violencia en todas sus expresiones, desde la agresión verbal, la generación de enemistades por cualquier razón, y escalada hasta llegar al homicidio, e incluso a las guerras. Celos como generadores de conflictos. Aclarar de que, como cristianos, de nuestra parte no deben nacer estas cosas, pero es posible que por causa de predicar la Palabra de Dios lleguemos a ser víctimas de aquéllas.

Herejías. Tergiversaciones de la Palabra de Dios. Doctrinas que aparentan ser bíblicas pero que sólo satisfacen al que las sostiene, y se alejan de Su voluntad, contribuyendo a la perdición. Engaño religioso.

Envidia. Un deseo malsano hacia quienes tienen éxito o talentos, basado en nuestras carencias; con la envidia, en vez de trabajar sobre nuestras carencias, nos enfocamos en menospreciar los logros de otros. A partir de aquí nace el resentimiento, entre ellos el de tipo social.

Borracheras. Tan fomentadas en reuniones de amigos, en fiestas; promovidas en discotecas, pubs, botillerías. Se puede iniciar una adicción que llega a destruir al afectado y a su familia.

Mentiras. Faltar a la verdad para obtener un beneficio y/o hacer daño; la solución del incrédulo para salir de una complicación de forma temporal. Medias verdades, engaños, inconsecuencia en nuestros actos, mentiras piadosas, calumnias. Obligar a otros a mentir. Las herejías se basan en mentiras.

Calumnias. Acusaciones sin fundamento; podemos ser susceptibles de formularlas a partir de prejuicios o sólo para destruir a otros. Nosotros como creyentes podemos ser víctimas de calumnias de parte de quien llegare a sentirse ofendido con una predicación de la Palabra de Dios, es típico, por ejemplo, de que se nos acuse de discriminación.

Drogadicción y tabaquismo. Tan destructivos como el abuso de alcohol (o peor). También iniciados en reuniones de amigos y fiestas.

Robos. Y no sólo los robos típicos de especies o dinero. Dejar de pagar lo que se debe también es robar. E incluso podemos robarle a Dios el lugar que merece en nuestras vidas, si satisfacemos los deseos de nuestra carne o vamos en pos de ídolos.

Avaricia. Amor al dios Mamón (por esto es descrita como idolatría), conlleva el deseo de obtener grandes riquezas con el mínimo esfuerzo. Los no ricos quieren serlo fácilmente, y los que ya son ricos quieren serlo más aún. La avaricia puede llevar a robar, o a la explotación desmedida. También incluyo acá a los juegos de azar por ser una forma fácil de obtener gran cantidad de dinero de golpe.

Amor a las apariencias. Amor a ciertas vestimentas, a la etiqueta, y enfocarse más en lo que se tiene que en lo que se es. Buscar bienes y/o servicios costosos para demostrar estatus socioeconómico, en vez de demostrar humildad y sencillez en nuestros actos. Hacer acepción de personas por su apariencia, nivel educacional, tipo de trabajo, cantidad de bienes, ubicación de su vivienda, etc.

Juicios y prejuicios. Ambos nacen de valores e ideas que tenemos preconcebidas; llegamos a emitir prejuicios sin siquiera conocer a las personas, o bien tendemos a juzgar duramente a alguien que procede mal, alejándolo de Cristo en vez de acercarlo a Él. Nos olvidamos que Dios es el único que puede hacer juicios totalmente justos, y no hay sistema judicial en el mundo que se le compare.

Egoísmo. Caemos en él cuando admitimos que hacemos obras por nuestras manos, dejando a Dios de lado. Nos volvemos autosuficientes en vez de admitir que Dios es el que provee. Conlleva soberbia.

Hay tantas otras situaciones que debemos enfrentar, pero es esto y más lo que debemos combatir, y por ello debemos orar. No debemos levantarnos contra los que practican estas cosas, sino que debemos procurar que se acerquen a Cristo para que les libre de tales. Siempre hay que tomar en cuenta de que Dios rechaza el pecado, pero también es lento para la ira y grande en misericordia al esperar que el pecador se vuelva a Él para hacer Su voluntad, y sea libre de las potestades.

Que el Dios de paz les guarde. Bendiciones.

sábado, 10 de mayo de 2014

"Creo en Dios"

"Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma. Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras. Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan. ¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta? ¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar (Génesis 22:1-18)? ¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras? Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia (Génesis 15:6), y fue llamado amigo de Dios (Isaías 41:8). Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe. Asimismo también Rahab la ramera, ¿no fue justificada por obras (Josué 6:16-25), cuando recibió a los mensajeros y los envió por otro camino (Josué 2:1-24)? Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta." (Santiago 2:14-26)*

La Palabra de Dios nos señala de principio a fin el creer en Él. Porque creer en Él trae bendición a mi vida, la tuya y la de cualquiera que entiende de la Palabra de Dios... cuando esta creencia da frutos, y lleva a servir al Señor cada día. Comienzo con el pasaje bíblico introductorio, pensando en que Santiago no nos quiso decir en su carta que las obras por sí solas salvan, sino que sirven como fruto de la fe en Dios, ligándose a ella, porque Pablo señaló que nadie debiera gloriarse por sus obras (Efesios 2:8-9). Esta aparente contradicción se deshace al tomar ambos pasajes y decir: "Ni la fe vacía salva, ni las obras salvan sin la fe, sino que la fe verdadera y salvadora muestra obras que glorifican al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, y a ningún otro". Y esas obras son el fruto del Espíritu Santo (Gálatas 5:22-23), que se contrapone (Gálatas 5:16-18) a las obras de la carne (Gálatas 5:19-21), y son las que realmente muestran un cambio "de adentro hacia afuera".

Sin embargo, ¡cuántos dicen "creo en Dios"! Y es más, ¡muchos piensan que irán al cielo! Pero ¿cuántos de ellos realmente le sirven? 

Existe una gran diferencia entre creer y "creer". Muchos "creen en Dios", lo declaran con sus bocas, hablan de Dios, ¡e incluso le oran!, pero ¿muestran una disposición constante a agradarle a Dios, conocerle más, y apartarse del pecado? ¿Aman a Dios con todo su corazón, con toda su mente, y con todas sus fuerzas (Deuteronomio 6:5, Mateo 22:37, Marcos 12:30, Lucas 10:27) ? Hablan de Dios, pero ¿han dejado sus creencias antibíblicas tradicionales, sus ídolos, su maledicencia, lascivia, rencores, etc.? "Creen" en Dios, pero ¿han leído y meditado siquiera algún versículo bíblico en su vida, dejándose guiar por su Espíritu Santo? Piensan que irán al cielo, pero ¿cómo piensan que llegarán allá, a través de Cristo o bien a través de sus propios medios, estos últimos conocidos como "las buenas obras", o bien pensarán que Dios comparará las buenas obras con las malas obras#? Dicen tener el amor de Dios, pero ¿lo expresan a los demás, lo predican, o bien sólo se lo guardan, negando a los demás la posibilidad de conocer a Dios?

Para los que "creen en Dios", les tengo malas noticias: Por mucho que declaren creer, si no se han entregado verdaderamente a Él, y si sus vidas no están expresando la obra de Dios en ellas, debo decirles que no le conocen a Él realmente, y Dios no les cree. Están pensando que pueden ir al cielo diciendo "Señor, Señor" (Mateo 7:21, Lucas 6:46) sin hacer Su voluntad, sino la suya propia (ver también Isaías 4:1); tienen una fe muerta como Santiago lo declara, al hacer una confesión de fe sin Espíritu. Si creen que son escuchados, pues sí, son escuchados, pero no atendidos, pues no han expresado arrepentimiento de sus pecados. En el estado en que están, irán a condenación eterna.

Con esto, me pongo a pensar: Si los que "creen en Dios" son en realidad rechazados por Él por mostrarse como incrédulos por sus obras (o falta de ellas), entonces ¿de qué dios están hablando, si no es el Dios de Israel y de la Biblia? ¿Será que están hablando del "dios de este siglo" (2 Corintios 4:4), aquel que se disfraza de ángel de luz (2 Corintios 11:14), y obra con engaño para impedir que veamos la gloria de Dios, y nuestra condición de pecado y por consiguiente nuestra necesidad de Él? Por esto mismo hay que tener cuidado cuando alguien cualquiera diga "Dios te bendiga". Al principio uno no conoce la condición espiritual de los demás, pero cuando en algún momento alguien manifiesta rasgos de una vida alejada de la voluntad de Dios, y se atreve a decir "Dios te bendiga", esto puede llegar a resultar chocante. Y más aún si se trata de alguien quiere hacerse pasar por hermano en la fe: puede suceder lo descrito en 2 Juan 1:9-11 y 1 Corintios 5:9-13.

¿De verdad piensan que los buenos van al cielo y los malos al infierno? Bien, esto es verdad... Pero tenemos un pequeño gran problema: Ninguno hay bueno (Salmo 14:3, 53:3, Romanos 3:12) sino uno, Dios (Mateo 19:17, Marcos 10:18, Lucas 18:19: ni el mismo Jesús se halló bueno, ¿qué queda para nosotros?); no hay justo sobre la tierra (Eclesiastés 7:20, Romanos 3:10), y todos pecamos (Romanos 3:23). Por lo tanto, toda la humanidad está condenada al infierno desde el principio. La única excepción es Jesucristo. porque es Dios Hijo, quien se hizo hombre (Juan 1:14). Y Él mismo es el único camino (Juan 14:6) al cielo, ya que Él murió en la cruz por nosotros, derramando Su sangre poderosa que lava y limpia de todo pecado (1 Juan 1:7), la que nos redime y nos libra de la esclavitud del pecado (Romanos 6:1-23; por favor lean todo este pasaje), haciéndonos nacer de nuevo en el Espíritu (Juan 3:1-34; nuevamente encarezco leer el pasaje completo para entender qué es nacer de nuevo), y de esta manera pasando de muerte a vida (Juan 5:24).

Si nos arrepentimos de nuestra naturaleza de pecado, y aceptamos a Jesucristo como Señor y Salvador mediante Su sangre que nos compra a un precio muy alto (1 Corintios 7:22-23), vuelvo a decir que pasamos de muerte a vida, y de esta manera el Espíritu Santo comienza a morar en nosotros, porque pasamos a ser Su templo (1 Corintios 6:19). Por el Espíritu mostraremos Sus frutos, expresamos amor de Dios y lo declaramos a los demás, predicando este amor. Por el Espíritu somos guiados al escudriñar la Palabra de Dios día a día. Por el Espíritu somos movidos a buscar las cosas de Dios día a día. Y por el Espíritu alimentamos cada día la esperanza de nuestra redención final, cuando la Iglesia de Cristo sea levantada de la tierra para morar con Él por la eternidad. Y esto es, en efecto, más que creer en Dios, es más bien creerle a Dios.

Así que, hermano, amigo, les invito no a creer en Dios, sino a CREERLE A DIOS (así como Abraham lo hizo), para que more el Espíritu de vida en cada uno hasta que Cristo venga por su pueblo. ¿Cuántos dicen Amén?

Que el Dios de Amor siga obrando con misericordia por la humanidad, y dé ricas bendiciones a los que le creen. La gloria es para el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

*Inserté las referencias dentro del texto bíblico, para que se animen a leer los pasajes referidos. Pues hay bendición en saber más de la Palabra de Dios.
# Existe una creencia acerca de la balanza que pesa las buenas obras contra las malas, y se encontraba en la religión egipcia y griega, y esta creencia está adoptada por el gnosticismo y el islam. Pero, si bien Dios tiene una balanza de justicia (Job 31:6), no es una balanza que salva o condena según la diferencia entre las obras buenas y malas, sino que más bien se trata de una balanza que juzga según el cumplimiento de la voluntad de Dios. Por lo tanto, una vez más, nuestras obras por sí solas no nos sirven para justificarnos a nosotros mismos ante Dios, si no estamos bajo Su voluntad.

miércoles, 7 de mayo de 2014

La necesidad de congregarse

"Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos." (Mateo 18:19-20)
Promesa de Nuestro Señor Jesucristo para los que se congregan en Su nombre. Porque el congregarse es una orden del Señor (Hebreos 10:24-25).
Esta entrada la dedico especialmente a aquel cristiano cuyo entorno le desalienta a congregarse, ya sea por ser el único cristiano de su familia o su casa, o que está enfrentando la adversidad, o vive luchas relacionadas entre elegir obedecer a Dios o a los hombres. Personalmente considero que familias completas que son cristianas y cumplen con los mandatos del Señor en conjunto, viven una gran bendición en este sentido, y se encuentran a salvo de este tipo de lucha (aunque lamentablemente hay excepciones...), al ser en sí mismas pequeñas congregaciones que permiten que el Espíritu de Dios se mueva en ellas, y les inste a ser parte activa de la Iglesia Universal de Cristo* al someterse a un pastor que los guíe en la Palabra de Dios.
Esto es particularmente difícil para aquel que es el único cristiano de su casa que desea someterse a la Palabra, pues encontrará adversidades aun en su familia, que pueden incluso volverle la espalda. Pero Jesucristo ya había anunciado que iba a ser causa de división (Mateo 10:34-39; Lucas 12:49-53, 14:26-27). Y vaya que lo es; es marcada la división entre creyentes e incrédulos: mientras los creyentes se dejan guiar por el Espíritu Santo que los guía a toda verdad (Juan 16:13) y son usados para traer más almas a los pies de Cristo, los incrédulos están -incluso sin saberlo o declaren lo contrario- bajo la influencia de Satanás, el que anda como león rugiente buscando a quien devorar (1 Pedro 5:8), recurriendo a las más diversas estrategias para lograr enfriar la relación de un creyente con Cristo (de las cuales podré hablar en otra entrada). Pero Cristo ya le venció en la cruz.
Volviendo al tema, es importante y necesario congregarse. Hay que tener en cuenta algunas premisas fundamentales:
- Jesucristo está presente entre dos o tres congregados en Su nombre.
- Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres. 
- Por lo anterior, hay que evitar caer en la costumbre de no congregarse (Hebreos 10:25).

Congregarse es bueno porque:
- Uno aprende a ser guiado por el Espíritu Santo (Romanos 8:14), para crecer en el conocimiento, el entendimiento y el poner por obra la Palabra de Dios.
- Se aprende a vivir en comunión con la hermandad (Salmo 133:1).
- Se adquiere preparación para la batalla espiritual, que a fin de cuentas es resistir al diablo (Santiago 4:7). Pues si no nos congregáramos, ¿cómo aprenderemos a resistirle?
- Se agrada a Dios, y se ignora el deseo de la carne por las cosas terrenales, al buscar las cosas espirituales. Porque es muy importante buscar la comunión de Dios, y las cosas de arriba.
- Y muy importante también, ¡allí está Cristo! Él mismo lo prometió: "Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos".

Todo esto se pierde al dejar de congregarse; por algo dijo alguna vez dijo David: "Porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos. Escogería antes estar a la puerta de la casa de mi Dios, Que habitar en las moradas de maldad." (Salmo 84:10). ¡Es mejor estar dentro que fuera!

Así que, hermanos, si hay personas o situaciones adversas que instan a dejar de congregarse, no importa, congréguense igual, porque en ello tienen el apoyo de Jesucristo, el que venció al mundo. Y si alguien llega y dice "Dios es omnipresente y omnisciente; no me es necesario asistir a la congregación para alabarle a Él" ¡cuidado! porque la misma Escritura que declara la omnipresencia y omnisciencia de Dios (Salmo 139), declara también que es mejor estar en Sus atrios, y el que se justifica con la omnipresencia de Dios para no congregarse, está torciendo la Escritura, y cayendo en la costumbre mencionada en Hebreos 10:25.

¡Bendiciones a todos!

*Nota: Cuando hablo de Iglesia Universal de Cristo, me refiero a toda la hermandad de creyentes genuinos extendidos por todo el mundo, la cual es llamada también la Esposa, o el Cuerpo de Cristo, que día a día le sirven a Cristo como Señor y Salvador. Esto lo digo porque conozco la "Corporación Iglesia Universal de Cristo", denominación cristiana de sana doctrina cuyas autoridades instan a los creyentes a seguir a Cristo, a velar, buscar la santidad bíblica y el guardar celosamente la Palabra de Dios bajo el principio de la Sola Scriptura. Por lo que alguien que se congrega en esta denominación y es un creyente genuino (saludos en Cristo para los hermanos de allá), es tan miembro del Cuerpo de Cristo como un creyente genuino de cualquier otra denominación cristiana guiada por la Palabra. No me refiero a la Iglesia Católica Romana debido a su particular visión del cristianismo mezclado con tradiciones humanas, ni a la tristemente célebre Iglesia Universal del Reino de Dios, uno de los bastiones del "Evangelio de la Prosperidad".

martes, 6 de mayo de 2014

¿Por qué predicamos?

"Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación." (Romanos 10:8-10)

Un hijo de Dios sabe el terrible destino que le espera a la humanidad que vive lejos de Cristo (Apocalipsis 19:20 (anticristo y falso profeta), 20:10 (Satanás), 20:15 (humanidad que terminó sus días lejos de Dios)), y sabe también que sólo existe un camino para llegar al Padre y alcanzar la vida eterna (Juan 14:6). Predicar es, pues, dar a conocer al mundo la buena nueva de salvación al anunciar el Evangelio, para que toda la humanidad conozca esta buena nueva (Mateo 28:19-20, Marcos 16:15-16, Lucas 24:47),  y, por consiguiente, acepte la salvación y el señorío de Jesucristo (el único camino al Padre) y de esta manera pase la eternidad junto al Señor.

¿De qué tenemos que salvarnos? Por causa del pecado (Dios es santo, y no tolera el pecado delante de Su presencia), la humanidad está lejos de Dios (Romanos 3:23), y su destino final es comparecer en el juicio ante el gran trono blanco (y ante Jesucristo como juez), en donde aquel que no se hallare inscrito en el libro de la vida del Cordero (el mismo Jesucristo) será lanzado al lago que arde con fuego y azufre (Apocalipsis 20:11-15); aquellos que no son inscritos en el libro de la vida son todos los que permanecen en sus pecados, y que de alguna manera no conocen a Cristo, o han rechazado su obra redentora, o bien le conocieron pero luego abandonaron la fe genuina en Él (Hebreos 10:26-31), ya sea dejando de creer o (lo que es peor) cayendo en apostasía (1 Timoteo 4:1-5) o burla (2 Pedro 3:3-4, Judas 18) , torciendo la Palabra de Dios (2 Pedro 3:16), y así engañando a los demás. Por esto fue que Jesucristo vino al mundo, para salvarnos de este juicio tan desfavorable para el pecador (1 Timoteo 1:15).

¿Cómo nos salva? Dios nos envió a Su Hijo, Jesucristo, para que (primero) nos mostrara cómo cumplir Su voluntad (Juan 6:38) teniendo naturaleza humana, y luego (lo más importante) diera su vida por la humanidad pecadora sin tener pecado alguno (2 Corintios 5:21), dándose al sacrificio como un cordero, y así derramar su sangre como el acto expiatorio definitivo, efectuado sólo una vez y para siempre (Hebreos 7:27, 9:12), para lavar y limpiar los pecados de toda la humanidad (1 Juan 1:7, Apocalipsis 1:5), de todos los tiempos hasta el fin. Esta remisión de pecados dada por Jesucristo es la que nos salva, y esto es lo que predicamos, porque luego de Su sacrificio, Jesucristo resucitó, venció a la muerte y a Satanás, ascendió a los cielos, se sentó a la diestra del Padre y ahora Jesucristo media ante el Padre (1 Timoteo 2:5) por todos los que han aceptado Su obra redentora y han establecido una relación con Él.

¿Por qué al mundo le molesta la predicación? Muchos piensan que están bien como están, que después de la muerte se acaba todo, o que irán al cielo por "portarse bien", entre otras cosas. Entonces, un mensaje como el que se predica les resulta chocante y poco halagüeño, porque no quieren pensar que en realidad están mal (Eclesiastés 7:20) y que pasarán la eternidad en sufrimiento, y mucho menos conciben la idea de que hay un Dios que observa todo (Proverbios 15:3), que estableció a Jesucristo como único camino para ir al cielo y a su Palabra como guía (Salmo 119:105). Por eso la reacción de muchos es: la indiferencia, el apego a sus tradiciones terrenales, palabras de desprecio, insultos e incluso agresión física contra el predicador de turno. Sin embargo, con estas actitudes lo único que hacen es echar sobre sí mismos condenación eterna por rechazar a Jesucristo.

Hay veces que piden también, en su molestia, que dejemos de predicar. Pero es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres (Hechos 5:29), y por causa de la obra de Dios, no debemos dejar de hacerlo. Dios mismo nos demandará la sangre de todos los que pierdan, si dejamos de predicar (Ezequiel 3:16-21, 33:1-9). Así que, no debemos dejar de predicar. Y si alguien recibe la buena noticia de salvación por Jesucristo por medio de una predicación, sepa que de esta manera Dios usa a sus siervos para que todos procedamos al arrepentimiento de nuestros pecados, y accedamos a la vida eterna en Jesucristo; y si alguien se entrega a Él, entenderá entonces por qué se predica, y también lo hará. Pero el que termine sus días en esta tierra sin haberse entregado a Jesucristo, se acordará de cada predicación y cada mensaje que rechazó, cuando llegue el día de su comparecencia ante el gran trono blanco con Jesucristo como juez, antes de ser echado al lago de fuego por toda la eternidad, donde será el llanto y el crujir de dientes.

Así que, amigo que aún no conoce a Dios, sepa usted que la próxima vez que se le predique, ruego que piense en su eternidad, y acepte a Jesucristo como el Señor y Salvador de su alma.

Para Dios sea toda la honra, la gloria y el honor por siempre. Amén.

lunes, 5 de mayo de 2014

La Biblia

"Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra." (2 Timoteo 3:16-17)

En mi entrada anterior, me había olvidado de la Biblia. Y es que es demasiado importante como para pasarla por alto, pero merece una entrada.

Porque sólo a través de la Biblia podemos conocer a Dios y Su voluntad. A través de la Biblia, Dios habla a nuestras vidas, y Su Espíritu hace que Su Palabra cobre vida en nosotros los creyentes.

Tan importante es la Escritura, que nuestro Señor Jesucristo recurrió varias veces a las Escrituras que tenía disponibles en el tiempo en que vivió entre nosotros (el Antiguo Testamento), ya sea para referirse a sí mismo como el Mesías que estaban esperando los israelitas de la época, como también para demostrar el error doctrinal en que incurrían los religiosos de la época (que incluso preferían seguir sus propias tradiciones humanas en vez de dejarse examinar por las Escrituras), e incluso para reprender al diablo cuando éste le tentó en el desierto (el diablo también había usado la Escritura para tentar a Jesús, más específicamente usó versos del Salmo 91 con fines perversos; esto nos demuestra que la Biblia puede ser usada para mal, si uno no recurre a la Palabra con la asistencia del Espíritu Santo).

La Biblia, en su contenido, nos enseña: el principio de la creación, la historia del antiguo Israel, la Ley de Dios, promesas, alabanzas, profecías, la vida, muerte y resurrección de Jesucristo, el nacimiento de la Iglesia, la forma cristiana de vivir y el destino final de creyentes e incrédulos. Y lo que deja entrever es el amor de Dios hacia la humanidad, y su justicia y misericordia.

La Biblia da testimonio de Jesucristo (Juan 5:39). Esto se demuestra a lo largo de todo el Nuevo Testamento, citando varias veces el Antiguo para demostrar que Jesús es el Mesías que había sido prometido.

La Biblia se debe escudriñar (Hechos 17:10-12), es precisamente lo que ordena Jesucristo en el versículo anteriormente mencionado. Los bereanos tenían clara esta ordenanza y comparaban los hechos en curso con la Escritura disponible.

La Biblia es inspirada por Dios, es por sí sola suficiente para la preparación y perfección del hombre de Dios, y da sabiduría para la salvación (2 Timoteo 3:14-17).

La Biblia es escudo y es limpia (Proverbios 30:5)

Hacer la Palabra de Dios conlleva vida y bienaventuranzas (Lucas 4:4, 8:21, 11:28).

La Biblia es viva y eficaz para discernir hasta lo más profundo del corazón del hombre (Hebreos 4:12)

La Palabra no pasará (Mateo 24:35, Marcos 13:31, Lucas 21:33)

Y por último, hay castigo tanto para el que le añada como al que le quite a la Palabra de Dios (Apocalipsis 22:18-19).

Cabe señalar que la Biblia contiene 66 libros canónicos, 39 son del Antiguo Testamento, y 27 del Nuevo. Hay versiones que incluyen los llamados escritos apócrifos, o deuterocanónicos, pero éstos no son inspirados por Dios. De éstos me queda decir que tienen errores históricos, y horrores doctrinales.

Para el Señor sea toda la honra y la gloria por siempre. Amén.

domingo, 4 de mayo de 2014

Lo que creo


  • Creo en el Dios de Israel, Creador de los cielos y la tierra, el Único Dios verdadero (Jeremías 10:10, Juan 17:3), el Gran Yo Soy (Éxodo 3:14), quien se manifiesta como Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo (1 Juan 5:7), Dios en tres personas iguales en poder y gloria. Jehová de los Ejércitos es Su nombre (Oseas 12:5), quien no comparte Su gloria con nadie (Isaías 42:8). 
  • Creo en Jesucristo, Hijo de Dios (Mateo 16:16, Juan 6:69), por quien fueron creadas todas las cosas; enviado por el Padre, nacido de virgen, y que vino dos naturalezas a la vez (humana y divina); que vivió entre nosotros, hizo milagros, sanó, expulsó demonios, predicó y cumplió íntegramente la Ley de Dios, y nos señaló que es el Camino, la Verdad y la Vida; que vino a dar su vida por nosotros los pecadores (1 Timoteo 1:15), muriendo como Cordero y derramando su sangre en la cruz para darnos la salvación por gracia, sacrificándose una sola vez y para siempre; y que resucitó al tercer día después de su crucifixión, ascendió a los cielos y ahora reina a la diestra del Padre, e intercede por sus siervos como abogado (1 Juan 2:1). Jesucristo vendrá por Su iglesia, juzgará a vivos y muertos y reinará por la eternidad.
  • Creo en el Espíritu Santo, quien se movía sobre la faz de las aguas en la creación. Y que ahora mora dentro de cada creyente, guiándolo a la única verdad que lleva a vida eterna. El Espíritu Santo inspiró la Palabra de Dios (2 Pedro 1:21), se mueve entre los creyentes, es nuestro Consolador (Juan 14:26), intercede por nosotros con gemidos indecibles (Romanos 8:26), detiene la manifestación del anticristo hasta que sea retirado de en medio (2 Tesalonicenses 2:7-8). Guía a cada cristiano hacia la madurez espiritual, y a través de cada creyente genuino expresa su fruto (Gálatas 5:22-23)
  • Creo en una única y verdadera iglesia de Cristo, santa, limpia, pura y sin mancha, formada por todos los creyentes a través de la tierra, contra la cual no prevalecerán las puertas del Hades. Una iglesia llena del Espíritu Santo, con el cual cada creyente muestra su fruto. Una iglesia separada del mundo (porque sin santidad nadie verá a Dios), libre de ataduras terrenales, libre de idolatría, libre de apostasía, que da la gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, y no se la da a la creación en ninguna forma, ya sea al hombre, o a figura alguna hecha por mano de hombre. Creo en una iglesia con cada creyente dispuesto a servir en todo momento al Señor, a predicar el Evangelio, a amar al prójimo, a perdonar, y si es necesario, dispuesto también a ser perseguido, a sufrir e incluso morir por causa de la fe en Jesucristo.
  • Creo que el pecado que se introdujo a través de Adán es lo que nos sentencia a una muerte espiritual eterna, al darnos una naturaleza pecaminosa, de continuo al mal, y así mantenernos alejados de Dios (nos destituye de Su gloria). Creo que toda la humanidad ha pecado, en toda su historia, y que el único que no pecó en toda la historia de la humanidad es Jesucristo. Creo que la única manera de librarnos del terrible destino de pasar la eternidad sin la presencia del Señor es la salvación por gracia otorgada por Jesucristo mediante Su muerte expiatoria, y mediante Su sangre que nos lava y nos limpia del pecado, redimiéndonos y haciéndonos nuevas criaturas, justificándonos por fe y transformándonos en hijos de Dios, naciendo de nuevo para servir a Cristo. Dios ama al pecador, pero aborrece el pecado; Dios es amor, y también es fuego consumidor; Dios es justo y santo, y en Su santidad no tolera el pecado.
  • Creo en el arrebatamiento de la Iglesia de Cristo como el evento más esperado del creyente, y que precederá al período de la gran tribulación. A través del arrebatamiento, el creyente en Cristo ve el mayor anhelo de su vida hecho realidad: ir a reinar con Cristo por la eternidad. Este evento será sorpresivo ("como ladrón en la noche"), por lo que tenemos como advertencia velar como Iglesia ante la inminencia de este evento. Creo que los primeros en ser arrebatados serán los muertos en Cristo, y luego los creyentes vivos (1 Tesalonicenses 4:15-17).
  • Creo que nuestra lucha como creyentes no es contra carne ni sangre, sino contra potestades, principados, gobernadores de tinieblas y huestes de maldad (Efesios 6:12); por lo que no estamos llamados a levantar nuestras manos ni armas contra nuestros enemigos, ni contra los incrédulos; no estamos llamados al odio ni a hacer violencia, sino que somos llamados a amarlos y a mirarlos con ojos de compasión, porque quienes ahora pueden declararse enemigos, el día de mañana (Dios mediante) podrán declarar su condición pecaminosa y su necesidad de Dios, y podrán también ser salvos y libres del pecado (gran ejemplo el del apóstol Pablo). Porque Dios quiere que todos procedamos al arrepentimiento, y no desea la muerte del impío (2 Pedro 3:9, Ezequiel 33:11).
  • Creo que Satanás se rebeló contra Dios, y ha sido homicida y mentiroso desde el principio, es el padre de mentira y ha venido a robar, matar y destruir; que tiene potestad sobre el mundo entero, excepto sobre los creyentes, porque Cristo lo venció en la cruz.