sábado, 17 de mayo de 2014

La lucha diaria

"Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos; y por mí, a fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio, por el cual soy embajador en cadenas; que con denuedo hable de él, como debo hablar." (Efesios 6:10-20)

Tremendas palabras de Pablo animándonos para que hagamos frente a los ataques del enemigo. Y es que como leemos, nuestro enemigo no es la persona que está en pecado, o quien no le cree a Dios, o muestra su desagrado frente al cristiano o lo que tenga que ver con la Palabra de Dios, o bien llega a urdir maquinaciones en nuestra contra. El enemigo es, más bien, el maligno con sus "principados, potestades, gobernadores de tinieblas y huestes de maldad". ¡Por lo tanto, no estamos llamados a levantar nuestras manos contra nadie, sino que estamos llamados a luchar con la oración y la Palabra para que las potestades no tengan influencia sobre nosotros y sean liberados los demás!

En nuestro caminar como cristianos nos podemos encontrar con diversas situaciones que desagradan a Dios, y que nos complican. Al ir conociendo la Palabra de Dios, nos vamos dando cuenta de cuán cerca de nuestras narices están estas situaciones, y cuán metida puede estar en ellas la gente con la que interactuamos día a día. Muchas veces tenemos que recurrir a la oración para que Dios nos ayude a enfrentarlas. Y muchas de estas situaciones tienen que ver con las obras de la carne descritas en Gálatas 5:19-21, aunque no necesariamente están mencionadas.

Y en líneas muy generales voy mencionándolas, es muy probable que cada una tenga su entrada en la cual me extenderé.

Incredulidad. Negar la existencia, la obra y el poder de Dios. Negar que Dios es el Creador y obra por nosotros. Incluye a los que "creen en Dios" pero con sus obras niegan la eficacia de Su voluntad.

Adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, orgías. Sexualidad desordenada. Seducción por doquier. Uniones libres. Swingers. Pornografía. Infidelidades. Codicia mental por hombres o mujeres ajenas. Abuso y acoso sexual. Sexualización de los medios y del entorno. Filias varias. Uniones que no son entre hombre y mujer.

Idolatría. Dar la prioridad a una persona o cosa que no es Dios en nuestras vidas. Cantantes de moda, deportistas exitosos. Amor al dinero. Estatuas, fotos susceptibles de adoración, figuras, medallas, procesiones, dioses falsos. E incluso imágenes que pretenden ser representativas de Dios.

Hechicería. Muy relacionada con lo anterior. Fetichismo a partir de cualquier objeto: piedras, cintas, medallas, figuras, cintas, etc. Atribución de poderes protectores. Consulta de horóscopos, tarot, métodos de adivinación. Iniciación al ocultismo.

Enemistad, celos, ira, pleitos, contiendas, disensiones, homicidios. Violencia en todas sus expresiones, desde la agresión verbal, la generación de enemistades por cualquier razón, y escalada hasta llegar al homicidio, e incluso a las guerras. Celos como generadores de conflictos. Aclarar de que, como cristianos, de nuestra parte no deben nacer estas cosas, pero es posible que por causa de predicar la Palabra de Dios lleguemos a ser víctimas de aquéllas.

Herejías. Tergiversaciones de la Palabra de Dios. Doctrinas que aparentan ser bíblicas pero que sólo satisfacen al que las sostiene, y se alejan de Su voluntad, contribuyendo a la perdición. Engaño religioso.

Envidia. Un deseo malsano hacia quienes tienen éxito o talentos, basado en nuestras carencias; con la envidia, en vez de trabajar sobre nuestras carencias, nos enfocamos en menospreciar los logros de otros. A partir de aquí nace el resentimiento, entre ellos el de tipo social.

Borracheras. Tan fomentadas en reuniones de amigos, en fiestas; promovidas en discotecas, pubs, botillerías. Se puede iniciar una adicción que llega a destruir al afectado y a su familia.

Mentiras. Faltar a la verdad para obtener un beneficio y/o hacer daño; la solución del incrédulo para salir de una complicación de forma temporal. Medias verdades, engaños, inconsecuencia en nuestros actos, mentiras piadosas, calumnias. Obligar a otros a mentir. Las herejías se basan en mentiras.

Calumnias. Acusaciones sin fundamento; podemos ser susceptibles de formularlas a partir de prejuicios o sólo para destruir a otros. Nosotros como creyentes podemos ser víctimas de calumnias de parte de quien llegare a sentirse ofendido con una predicación de la Palabra de Dios, es típico, por ejemplo, de que se nos acuse de discriminación.

Drogadicción y tabaquismo. Tan destructivos como el abuso de alcohol (o peor). También iniciados en reuniones de amigos y fiestas.

Robos. Y no sólo los robos típicos de especies o dinero. Dejar de pagar lo que se debe también es robar. E incluso podemos robarle a Dios el lugar que merece en nuestras vidas, si satisfacemos los deseos de nuestra carne o vamos en pos de ídolos.

Avaricia. Amor al dios Mamón (por esto es descrita como idolatría), conlleva el deseo de obtener grandes riquezas con el mínimo esfuerzo. Los no ricos quieren serlo fácilmente, y los que ya son ricos quieren serlo más aún. La avaricia puede llevar a robar, o a la explotación desmedida. También incluyo acá a los juegos de azar por ser una forma fácil de obtener gran cantidad de dinero de golpe.

Amor a las apariencias. Amor a ciertas vestimentas, a la etiqueta, y enfocarse más en lo que se tiene que en lo que se es. Buscar bienes y/o servicios costosos para demostrar estatus socioeconómico, en vez de demostrar humildad y sencillez en nuestros actos. Hacer acepción de personas por su apariencia, nivel educacional, tipo de trabajo, cantidad de bienes, ubicación de su vivienda, etc.

Juicios y prejuicios. Ambos nacen de valores e ideas que tenemos preconcebidas; llegamos a emitir prejuicios sin siquiera conocer a las personas, o bien tendemos a juzgar duramente a alguien que procede mal, alejándolo de Cristo en vez de acercarlo a Él. Nos olvidamos que Dios es el único que puede hacer juicios totalmente justos, y no hay sistema judicial en el mundo que se le compare.

Egoísmo. Caemos en él cuando admitimos que hacemos obras por nuestras manos, dejando a Dios de lado. Nos volvemos autosuficientes en vez de admitir que Dios es el que provee. Conlleva soberbia.

Hay tantas otras situaciones que debemos enfrentar, pero es esto y más lo que debemos combatir, y por ello debemos orar. No debemos levantarnos contra los que practican estas cosas, sino que debemos procurar que se acerquen a Cristo para que les libre de tales. Siempre hay que tomar en cuenta de que Dios rechaza el pecado, pero también es lento para la ira y grande en misericordia al esperar que el pecador se vuelva a Él para hacer Su voluntad, y sea libre de las potestades.

Que el Dios de paz les guarde. Bendiciones.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario