viernes, 8 de julio de 2016

No tiene perdón de Dios

"A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero." (Mateo 12:32)
Muchos dicen de alguien que no tiene perdón de Dios, cuando se trata de asesinos o violadores en serie, engañadores o estafadores compulsivos, o en cualquier caso que se trate de una falta o delito grave y/o recurrente, y más encima si no hay muestras de arrepentimiento. Es cierto que, así como condena (casi) todo eso la justicia humana. Dios también condena todo eso, entre otras cosas que la justicia humana no condena (ver 1 Corintios 6:9-10Gálatas 5:19-21, 1 Timoteo 1:9-10, 2 Timoteo 3:2-5, Apocalipsis 21:8, para que se hagan una idea). Sin embargo, al decir "no tiene perdón de Dios" lo estamos haciendo, o bien desde una posición de ignorancia bíblica (la cual abunda), o bien por el rencor que generan los que cometen tales delitos. Una falta de perdón que está en nuestra naturaleza de pecado, y que Dios no tolera. Y además quien dice algo así, está cometiendo una gran imprudencia, al pretender ponerse en el lugar de Dios como juez. Porque Dios ha decidido perdonar toda clase de pecados, y está dispuesto a hacerlo (ver Isaías 1:18 y 55:7, 1 Juan 1:9) siempre y cuando el pecador esté verdaderamente arrepentido de pecar, mostrando un corazón contrito y humillado. Y también espera que nosotros estemos dispuestos a perdonar (ver Mateo 6:14 y 18:21-35, incluyendo la parábola de los dos deudores).

Bien, he dicho que Dios está dispuesto a perdonar TOOOOOODA clase de pecados. Todos... EXCEPTO UNO: la blasfemia contra el Espíritu Santo. Mostrada de forma explícita en la Biblia, cuando los fariseos atribuyeron al diablo los milagros que estaba haciendo Jesús, teniendo el conocimiento y la evidencia de que venían de Dios (Mateo 12:22-37, Marcos 3:20-30, Lucas 11:14-23).

Debido a que estamos ante el pecado imperdonable, hay una serie de debates en los que se discute cómo es que se incurre en este fatal pecado, y si es que aún sigue vigente hasta hoy. Algunos dicen de que este pecado ya no puede ser cometido de la misma manera que lo cometieron los fariseos cuando Jesús estaba en la tierra, aunque hablan también de los que no aceptaron el perdón de Dios. Otros dicen que el pecado imperdonable se basa en una actitud obstinada de rechazo a la obra del Espíritu Santo, como la mostrada por los fariseos. Y otros van más allá y consideran que un descuido constante de las cosas de Dios ya es una actitud blasfema contra el Espíritu Santo, y que sí puede ser cometido por "cristianos" cuyo descuido les hace perder la sensibilidad frente al pecado, para luego terminar por cauterizar su conciencia y hacerlos recaer, normalizando una conducta pecaminosa que: los aleja definitivamente de Dios, los hace hipócritas, y/o termina por hacerlos apóstatas.

Cualquiera sea la conclusión, si alguien se muestra angustiado porque piensa que cometió el pecado imperdonable, nos da una pista de que en realidad no lo ha cometido, y por lo tanto tiene oportunidad para recibir el perdón de Dios. Esta misma oportunidad es accesible para ladrones, asesinos, perseguidores y cualquiera que esté llevando una vida delictiva, que por vivir de esa manera piensen, o les hayan hecho pensar, que no tienen perdón de Dios (si Dios efectivamente no perdonara a este tipo de personas, no hubiéramos tenido, por ejemplo, a un tal Saulo de Tarso predicando el Evangelio por cuanto territorio tenía a su alcance, y escribiendo todo lo que escribió). Y por contra, si bien se puede tener una interpretación acerca del pecado imperdonable, y advertir acerca de ello, hay que tener mucho cuidado al juzgar a alguien como blasfemo contra el Espíritu. Hay que tener mucho discernimiento espiritual para hacer esto, porque de lo contrario podemos caer en la imprudencia de ponernos en el lugar de Dios como juez, debido a que en el fondo, a ese alguien le estamos diciendo de que caerá irremediablemente al infierno. Jesús podía hacer esto porque veía los corazones y cada una de sus intenciones. Lo que hay que hacer, más bien, es predicar, orar y dejar todo en las manos de Dios, con el tiempo se verá si alguien responde positiva o negativamente a la predicación.

Ahora, ¿qué del suicidio? Pues se puede clasificar como un tipo de homicidio, que es cometido contra uno mismo. Ahora bien, un homicida con su acto no está cometiendo el pecado imperdonable. Por lo tanto, un suicida podría ser perdonado por su acto, salvo por un pequeño detalle: ES OBVIO QUE PIERDE SU VIDA EN EL ACTO, PERO ES QUE CON ELLO TAMBIÉN PIERDE IRREVERSIBLEMENTE LA OPORTUNIDAD DE PEDIR PERDÓN A DIOS POR SU PECADO COMETIDO. Por lo que deja este mundo en pecado, y el suicida lamentablemente se irá al infierno por la imposibilidad de pedir perdón, cualquiera haya sido la motivación. En otras palabras, el suicidio aleja definitivamente de Dios a quien lo comete, no porque sea pecado imperdonable, sino porque una vez cometido, hace imposible el pedir perdón.

En cuanto al caso de Ananías y Safira... Fue muy grave lo que hicieron ante Dios, pero también se puede dejar lugar a un debate sobre este pasaje... ¿Fue o no una blasfemia contra el Espíritu Santo? Hay quienes dicen que la muerte de ambos fue por juicio de Dios, pero que no fueron afectos a condenación eterna, aunque dada la circunstancia de sus muertes, pareciera que sí fueron eternamente condenados, sobre todo si es que lo que hicieron constituyó efectivamente blasfemia. Y si es que tuvieron oportunidad de arrepentirse, hay quienes dicen que sí la tuvieron, aunque a primera vista no pareciera que tuvieran oportunidad luego de ser confrontados por Pedro. Lo que sí deja en claro este pasaje, es que CON DIOS NO SE JUEGA.

A modo de resumen final, si estás en pecado en este momento, no tienes perdón de Dios... hasta el momento en que te muestras arrepentid@ y humillad@ buscando la salvación y el perdón de Dios. Entonces Cristo lava tus pecados con sangre, y a partir de entonces, ya siendo perdonado por Dios, comienza una nueva vida en el Señor. Bendiciones.