lunes, 20 de junio de 2016

Juramentos

"Además habéis oído que fue dicho a los antiguos: No perjurarás, sino cumplirás al Señor tus juramentos. Pero yo os digo: No juréis en ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey. Ni por tu cabeza jurarás, porque no puedes hacer blanco o negro un solo cabello. Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede." (Mateo 5:33-37)

O sea, nadie debiera jurar. Lo dijo Jesucristo, y es Palabra del Señor. El único que puede hacerlo por Sí mismo es el infalible Dios verdadero, Él es el único que cumple sus promesas y juramentos. De contravenir esta ordenanza, acarreamos el tomar el nombre de Dios en vano (Éxodo 20:7, Levítico 19:12Deuteronomio 5:11). En los tiempos de Jesús en la tierra, se había tornado una costumbre el jurar, hasta por cosas triviales; entonces por querer involucrar a Dios como garantía de veracidad en cada palabra, los antiguos terminaban tomando el nombre de Dios en vano. Por lo que Jesús dijo que no debemos jurar, y como discípulos de él que somos, debemos ser veraces.

Pero ¡hay juramentos por todos lados! Estamos igual que en esos tiempos, hoy, sobre todo en países que fueron fundados bajo influencia del catolicismo romano, jurar se ha vuelto muy común y parte del lenguaje cotidiano, pretendiendo dar fuerza a una afirmación, y de esta forma quitando la solemnidad que encierra el hecho mismo de jurar. Y es común escuchar "te juro esto" o "te juro aquello" o bien "te juro que".

Pero además existen las llamadas declaraciones juradas; documentos que existen en determinados trámites, obligando a declarar bajo juramento para su continuación. En Chile, buena parte de los trámites que se efectúan con cualquier fin incluyen una de las famosas declaraciones juradas, y evitarlas cuesta mucho, por mucho que se proceda en forma honesta. Además este tipo de documentos no evita su uso malicioso.

Y también están las profesiones que se inician con un juramento. Médicos y abogados. El momento del juramento de ambas profesiones tiene solemnidad y marca al profesional de ahí en adelante con un ideal de servicio. Pero... en algún momento fallamos, porque no estamos exentos de error. Y lo que complica todo no es tan sólo el hecho de jurar, sino que además está el hecho de fallar a un juramento.

Pero para Dios... Dios no ha cambiado su parecer en cuanto a este tema, por lo que el solo hecho de pronunciar "juro" por la razón que sea, entra en conflicto con la prohibición establecida por Jesucristo. Un cristiano no necesita entrar en conflicto contra Dios jurando, para adquirir compromisos. A un cristiano le basta con un compromiso de palabra, si existe necesidad de documentarlo, se puede hacer también sin mediar juramento. A un cristiano le debiera bastar decir "sí" o "no", y proceder en consecuencia.

Puesto que un juramento liga fuertemente a quien lo hace, la solución es evitar todo tipo de juramento, sobre todo los más banales ("te juro que..."). Y en lo posible, proceder con cuidado para evitar tener que recurrir a trámites que incluyan una declaración jurada. Pero ¿qué se puede hacer en el caso de que uno ya está amarrado a un juramento?... ¿Qué pasaría con los médicos y abogados cristianos, o estudiantes cristianos de medicina y leyes?... ¿Qué se puede hacer en un país en donde están instituidas las declaraciones juradas en su burocracia?

A riesgo de ir en contra de la prohibición del Señor, no queda otra opción que sopesar el contenido del juramento y los alcances que pudiera tener. Sería posible mantener un juramento si es beneficioso para uno y/o para los demás, y que además no conlleva hacer un mal al mismo tiempo (esto incluye a médicos y abogados). Por el contrario, si un juramento conlleva una mala intención, ya sea consciente o inconsciente, y peor aún implica alguna acción antibíblica, se debiera renunciar a él. En estos casos, Cristo puede romper este tipo de cadenas, cuando existe arrepentimiento genuino. Y cuando la obligación de jurar viene establecida por el Estado, no queda opción sino proceder a conciencia, tomando en cuenta este otro mandato del Señor a sus siervos para con las autoridades nacionales. Y que Dios tenga misericordia de las naciones que ponen este tipo de piedras de tropiezo a sus ciudadanos, entre los cuales me incluyo.

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